Llegamos a Sucre en un autobús, lleno de gente. Tuvimos la suerte de tener los 3 últimos asientos disponibles en el bus. Verónica, ya tenía reserva! Los 3 asientos eran juntos!!! Nos reímos aún más cuando el bus empezó su camino loco en la carretera aún más loca… era como estar a caballo en una pequeña montaña rusa. Obviamente, casi no pudimos dormir.
Fueron 11 horas de polvo en una carretera en muy mal estado. Pero llegamos. Sharon y yo nos acordaremos para siempre de este momento “parada pipi” compartida juntas con otra mujer Boliviana desconocida. Como no había baño en el bus, el chofer paró solo 1 vez en medio de otro cruce en medio de la nada, para que la gente fuera a mear. Como no había baños, Sharon y yo nos escondemos detrás de un camión allí estacionado, donde otra mujer estaba meando. Así estuvimos alegremente meando todas juntas con una vista impresionante: miles de estrellas delante de nuestros ojos. ¡Eso es lo bueno de estar donde no hay civilización!
Peter el durmió todo el rato. ¡Estoy celosa! ¡Tiene la capacidad de dormir en cualquier sitio así sin más!
Al llegar en Sucre, agarramos un taxi para la residencia donde hicimos una reserva. Fue una sorpresa agradable. Es un sitio bonito aunque volvemos a compartir dormitorio con más gente pero también estamos conociendo a mucha gente divertida.
Decidimos que en Sucre íbamos a descansar un poco. Pero nada más que refrescados y recién duchados, Peter y yo aceptamos de ir a un trekking con 2 chicas Holandesas que Peter conoció en La Paz y que encontramos en el supermercado donde fuimos a comprar. En realidad, era una excursión de 1 día de mountain bike en los alrededores de Sucre y me pareció fantástico aunque un poco difícil por el tema de la altura. Nos fuimos a matricular para el día siguiente (ayer) y Peter y yo decidimos matricular a Sharon también sin avisarla. Ya sabíamos que no es “su cosa” porque fue una de las cosas de hablamos justo 2 noches anteriores. Pero aún así, conseguí convencerla.
El día de mountain bike fue un RETO de verdad!!! Las chicas holandesas, Kim y Patricia que ya habían hecho la ruta de la muerte en La Paz estaban bien en forma, sin contar Peter que es increíblemente competitivo. A penas 10mn después de haber salido de la ciudad, Sharon decía volver atrás porque ya no podía más. Me baje de la bici también y la acompañé. La Sharon siempre sonriente ya no estaba… solo estaba una persona súper agobiada y frustrada… pero conseguimos hacerla sonreír y le volvimos a explicar que los cambios de la bici están allí para facilitarle el trabajo y que Bolivia no es plano sino todo lo contrario pero que nuestra ruta era para nivel intermediario!!!
Lo pasamos bien pero fue muy difícil. Tuve una caída bastante fea cuando bajamos unas pendientes muy fuertes. Intente evitar chocar con Peter y use el freno de delante al mismo tiempo que el de atrás. Resultado: vi la bici pasarme por encima y yo comiendo polvo. Por suerte no me hice mucho daño pero tengo la rodilla costada y el pecho que me duele.
Como dice la canción: “Every day do something that scares you!!!”
Hoy estamos felices por haber hecho la ruta de mountain bike aunque Sharon todavía nos mira con esta mirada diciendo que lo pagaremos de una forma o otra!!!
La noche fue más tranquila aunque bastante emociónate también. En unos de los pubs de Sucre proyectaron el documental: The Devil’s Miner que fue filmado a 2 horas de aquí en las famosas minas de Potosí. Fuimos confrontados a una realidad muy cruda. Nos hizo reflexionar mucho. Noelia, una chica argentina que comparte nuestro dormitorio, estuvo en Potosí el día anterior y no pudo retener sus lágrimas. Cuando se acabo la proyección, nadie se movió durante un largo rato. Es duro saber que la lucha de los mineros es vena y que seguirán habiendo mineros sacrificando sus vidas para los suyos, trabajando en condiciones inhumanas tal y como este chaval de 14 años, protagonista del documental… nos preguntamos todos si pudo alcanzar su sueño: salir de las minas y un día ser profesor…
Nuestro ánimo volvió a ser más alegre más tarde al juntarnos todos a una mesa para cenar, pero no pudimos evitar volver a hablar del tema.
Pasamos el resto de la velada en el pub a charlar, bailar y reír, poco a poco volviendo a nuestro estado de “inocencia” viajera…