También Copacabana nos recibió con música…lo mismo sucedió al llegar a la Isla del Sol… No hay más duda: el paraíso nos está siguiendo!!!
Sé que no es un mar, pero siempre me venía esta palabra a la boca cuando me refería al lago Titicaca. Un paisaje inefable… quedamos todos callados a la vista del lago. Había salido el sol y hacia un tiempo magnifico… El cielo de un azul intenso con unas nubes inmaculadas que parecían gigantescos dulces de algodón y el sol brillante reflejando su silueta coqueta en el agua… La tierra seca, con su vegetación amarilla parecía de oro por los rayos de sol que la acariciaba… Colores penetrantes, vivos, llenos de alegría… Un instante…el viento nos acarició la cara como para susurrarnos que no estábamos soñando y trayendo olores a frescura, naturaleza fresca… a renacimiento… En aquel momento tenía ganas de abrazar al mundo y decirle cuanto le quiero.
Vivimos en un planeta bien hermoso que me seduce de miles de formas distintas desde que emprendí el viaje… me sentí llena de una inmensa alegría… algo nuevo estaba renaciendo dentro de mí… será que me estoy sintiendo viva de la forma la más natural… estoy bien feliz… Cruzamos el trecho que nos llevaba a Copacabana en barquito. El bus también se iba en una lancha pero mucho más grande. Nos contó una chica boliviana que antes la gente seguían en el bus mientras cruzaba el trecho en barca hasta que un día ocurrió un accidente fatal donde murieron unas colegiadas que iban a pasar unos días en Copacabana… Llegamos a Copacabana enteros y seguros… y con un compañero de viaje más: Diego. Adivinad de donde es Diego? Si, si… otro argentino. Vaya sorpresa... En el barco empezaron a hablar el y Lucas y de pronto cuando llegamos a la ciudad se ánimo a buscar alojamiento con nosotros. La única noche que pensamos quedarnos en Copacabana antes de ir a la Isla del Sol se transformó en dos… Nos volvimos a encontrar con Jack y su familia en Copacabana. Jack es un niño de 6 años nacido en Australia que conocimos en el hostal donde alojábamos en Coroico. Jugamos con el en la piscina helada el primer día que llegamos al hostal. De allí conocimos a sus padres Sally y Matt, ingleses. La familia Ringrose al completo nos calló muy bien y disfrutamos de mucho tiempo juntos en Coroico. Cuando se fueron de Coroico nos comentaron que iban a estar unos 3 o 4 días en Copacabana y de buscarles allí si llegábamos a tiempo desde Sorata. Pero como no fuimos a Sorata por el mal tiempo y la ruta peligrosa, les buscamos al llegar en Copacabana. Así fue como volvimos a disfrutar de más tiempo, todos juntos.
Sally nos ofreció una clase de yoga en nuestra última tarde en Copacabana antes de irnos para la Isla. Es muy buena profesora. Y la vista que teníamos hacia la bahía mientras hacíamos el saludo al sol, era extraordinario! Acabamos la clase llenos de energía positiva, y justo a tiempo para disfrutar de una puesta de sol más bella.
La energía que había en la Isla del Sol era imponente. Todos los notamos… nos dejamos llevar. La primera noche, vimos una luna cerca de estar bien llena y supimos que nos teníamos que quedar más tiempo en la isla para ver la luna llena salir desde las entrañas de la cordillera real, subir y subir, hasta reflejarse en el lago como una linterna.
El hostal ecológico y acogedor de la Isla, el agua del lago tan clara y de diferentes tonos de azul-verde, la vegetación llena de eucalipto, otra clase en yoga frente al lago, el partido de volley ball, el fuego con olor a eucalipto acompañado de una melodía de guitarra y voces cantando canciones alegres… recuerdos tan lindos de nuestra visita allí, que quedarán conmigo para siempre.
La energía que había en la Isla del Sol era imponente. Todos los notamos… nos dejamos llevar. La primera noche, vimos una luna cerca de estar bien llena y supimos que nos teníamos que quedar más tiempo en la isla para ver la luna llena salir desde las entrañas de la cordillera real, subir y subir, hasta reflejarse en el lago como una linterna.
El hostal ecológico y acogedor de la Isla, el agua del lago tan clara y de diferentes tonos de azul-verde, la vegetación llena de eucalipto, otra clase en yoga frente al lago, el partido de volley ball, el fuego con olor a eucalipto acompañado de una melodía de guitarra y voces cantando canciones alegres… recuerdos tan lindos de nuestra visita allí, que quedarán conmigo para siempre.